Tú
Arráncate los brazos
las manos, la piel, los ojos
eso que tienes entre los tejidos, debajo de rieles de sangre
ahí oculto, jugando con los átomos noche y día
eso es lo que más me gusta de ti.
No sé cómo le haces para sacarlo por los ojos
sin derramar ni una sola gota de sangre.
No sé quién te enseñó a hacerlo,
si magos, ángeles, ninfas o hasta Dios.
Pero qué bueno que está ahí oculto
a la vista de nadie y de sólo unos cuántos.
Yo lo secuestro cada vez que puedo, cada vez que se deja
o puedo esperar a que me lo regales cada vez que me miras.
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