15 junio, 2010

For Alfred

Los cangrejos estaban ahí por todas partes
regados por la carretera,
dentro de las casas,
en los hospitales,
saliendo de la tierra.
No había ningún ser humano.
Una parvada de aves vino y redecoró el lugar
con estridentes cantos.
Era el comienzo del caos,
en una calurosa tarde de verano
que nadie recordará,
solamente tú, sí tú, el que está allá abajo leyendo
nosotros, los pajarracos que escribimos
y nuestro amo, Alfred Hitchcock.

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